En el marco de Residencias BASE de TSONAMI, LFN participó durante agosto 2023 con el ímpetu de descentralizar su práctica artística y poder explorar el arte sonoro desarrollando una nueva línea vinculada a las obras “El Pulsor” y “Diagnóstico del olvido”, en Valparaíso. En esta ocasión, se retoma la idea de ficcionar una farmacéutica, de esta manera tres integrantes de LFN se vistieron con su delantal institucional, sumando estetoscopios y diferentes dispositivos para realizar los registros En esta instancia, se aprovechó el acceso a equipos pertenecientes a Tsonami para mejorar y ampliar el foco sonoro. De esta manera, la acción se centró en conectar las experiencias personales y colectivas de un territorio por medio de grabación de audio a través del registro de opiniones y testimonios del lugar, además del registro sonoro de superficies mediante micrófonos de contacto y otros aparatos de grabación.
La obra “El Pulsor” fue llevada a cabo en distintos espacios de memoria y otros sitios significativos dentro de Valparaíso, como la lobera en el borde costero, el Servicio Médico Nacional de Empleados (ex SERMENA), el Parque Cultural (ex Cárcel), la fachada del Congreso Nacional de Chile, el monumento a los Detenidos Desaparecidos y Ejecutados políticos por la dictadura cívico-militar, y el monumento a Cristóbal Colón –ambos en calle Brasil en el barrio universitario–. LFN recorrió estos espacios en el contexto de la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado, en la búsqueda de encontrar formas de percibir y registrar, con el objetivo de reflexionar sobre la memoria que guardan estos lugares que cargan una historia político-social fundamental y dolorosa. Por esto, de manera silente y contemplativa, utilizando el estetoscopio como medio de conectar y comunicarse con las superficies que construyen el lugar, el colectivo tuvo la intención de activar el espacio no sólo superficialmente, sino también, desde sus detalles y distintos elementos constituyentes del territorio –como piedras, baldosas, papeles, residuos– que también almacenan historia y memoria.
En la lobera, “El Pulsor” se realizó a la orilla del mar, sobre las piedras, disponiendo el estetoscopio sobre la fría superficie del roquerío, creando una fuerte imagen poética, donde el gesto acaparó el primer plano, mientras el paisaje y la casi dolorosa belleza del mar golpeando contra las rocas, construyeron un registro potente tanto en visualidad como en poética. En el poderoso sonido del batir de las olas contra el roquerío, algo sobre la memoria aparecía, como un diálogo sostenido entre el colectivo dispuesto a la escucha, el agua y sus voces.
La memoria del agua es infinita.