Virginia Ramírez Lucero
Memoria es lo que permanece más allá de nuestros deseos y voluntad, permanece incluso en la inquietante forma del olvido. Porque no es la memoria algo que hacemos, sino algo que nos pasa.
Sergio Rojas
Un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro se lee en la tribuna norte del estadio nacional, arriba de la escotilla número ocho de las graderías con los viejos tablones de madera, donde en Septiembre de 1973 centenares de detenidos y detenidas fueron torturades, fusilades y/o desaparecides.
La misma inscripción se lee desde la pantalla de mi televisor en medio del partido Colo Colo – Huachipato. Es once de febrero, la final de la supercopa, el equipo albo proyectándose campeón con una ventaja de dos goles a cero, 80 minutos jugados y el balón detenido mientras el fuego se desplaza con libertad por las graderías. Las llamas iluminan con claridad la forma en que el pueblo amenaza la memoria.
Colo Colo es Chile se lee al menos 10 veces entre las calles que separan mi casa de la estación de metro más cercana, ¿y cómo no? si Chile mismo es el que enciende el fuego que se avalanza contra el memorial del estadio, porque también fue Chile el que al día siguiente de la muerte de un presidente –que violó reiteradamente los derechos humanos– quiso lavar su imagen y canonizarlo. El mismo Chile pide homenajearlo con un minuto de silencio al iniciar el partido. Pero sigue siendo Chile el que grita, pifea y corea interrumpiendo ese homenaje, el mismo que extiende un lienzo contra ese desvergonzado lavado de imagen. Lamentablemente también es Chile el que se avalanza con fuerzas especiales a arrebatar el lienzo a punta de lumazos y gases pimienta, en tanto Chile enciende fuegos que lo protejan.
Ponga en un sartén caliente dos cucharadas soperas de azúcar
una vez que el azúcar se oscurezca agregue una rama de canela
lave y corte los extremos de un limón, para luego partirlo en cuatro
y agregarlo a la preparación,
incorpore una taza de agua fría
y deje a fuego bajo hasta que el concentrado se reduzca a la mitad.
Pienso en Chile, en la casa de todos los chilenos, en el Laboratorio de Chile y en todos los eufemismos a los que la publicidad ha echado mano pa’ vendernos la pomá, ¿y cómo no? si lo que quiere Chile es olvidar: una receta magistral, una píldora, un ungüento.
Pastillas de amnesia doctor ¿dónde venden? que quiero olvidarme, no sé qué hacer 1 cantábamos a los 6 años al ritmo de Cachureos, y a nuestros treinta La Farmacéutica Nacional nos lo hace realidad.
La solución para el malestar extendido concentra en una cápsula de 0,1 mg los estudios e investigaciones desarrollados por La Farmaceútica Nacional entre 2019 y el hoy; prometiendo aliviar esa sensación de molestia, que nos ocasiona cansancio mental y fatiga.
El malestar –como una desazón, una incomodidad indefinible– es lo que ocasiona movimientos o abre preguntas en torno al cuerpo, el espacio, el contexto. Y son dichas preguntas, las que revelan o ponen en manifiesto lo que hasta entonces estaba oculto.
Tras la revelación: yo pienso en un cuerpo rebelado. La manifestación de los cuerpos en protesta. Su libertad frente al castigo y la opresión. El cuerpo como un mensaje y la revelación de un conflicto en el mundo. El cuerpo capucha, el cuerpo molotov, el cuerpo trinchera, el cuerpo social. La rebelación. El cuerpo en el espacio público será siempre entendido como un acto subversivo que atenta contra los discursos del poder. No importa, eso queremos. El cuerpo será el soporte del mensaje: aquí se revela algo. 2
¿Cómo te has sentido en estos 45 días en que Chile ha expresado su malestar? Se titula una de las acciones desarrolladas por La Farmaceútica Nacional durante fines del 2019, motivada por la contingencia político-social que atravesaba Chile en ese entonces, pero sobre todo por los asuntos sensibles que la sostenían.
Las integrantes del reconocido laboratorio médico salieron a registrar testimonios al epicentro mismo del malestar: Plaza Dignidad (ex Plaza Italia, futuro corredor eje Alameda-Providencia). Sitio que por ese entonces era muy similar a la sala de espera de un servicio de urgencia: incómoda, bulliciosa e inhóspita pero con una sensación de esperanza flotando en el aire. La acción consistió en realizar un ejercicio de escucha activo, sosteniendo el diálogo con les transeúntes, ante la pregunta que da nombre al trabajo. Las respuestas se registraron a través de grabaciones de voz, deviniendo en un collage sonoro que evidencia un sentir tanto personal como colectivo.
El ejercicio de La Farmacéutica Nacional –como experimento social– registró las apreciaciones de una masa acontecida y bulliciosa. Le puso voz (o voces) a ese cuerpo molotov, subiéndole el volumen al mensaje de la revelación (y la rebelación); a través de un gesto que inevitablemente nos sitúa en la memoria. En ese urdimbre de voces y apreciaciones personales en torno a un malestar compartido se va tramando el relato colectivo de un momento histórico: la revuelta popular de octubre.
En dicho relato caben voces, tanto como imágenes y objetos; el sonido de la madera chocando contra el metal de la cacerola suena tan fuerte como la pregnancia del caballo de Baquedano atestado de gente en el anaranjado atardecer capitalino. La memoria está hecha de cosas, no de conceptos, tiene la gravedad de la materia, de los lugares, de las situaciones que no premeditamos.3
Es la memoria quien abre imaginarios posibles, facilitando la construcción de una identidad –tanto personal como colectiva– en tiempo presente, a la vez que nos permite rememorar el pasado. Es la memoria en su multiplicidad de voces la que hilvana dichas temporalidades y, al igual que el malestar, nos revela algo: la inevitable tensión del olvido.
En este largo y angosto cuerpo social compuesto de muchos Chile –algunos más amnésicos que otros– en el que no sólo se disputa el poder, sino también y sobre todo, los espacios y la palabra; la memoria pareciera estar siempre amenazada por la fuerza avasalladora del olvido. Como si éste tuviera la forma de una enorme explanadora, lista y dispuesta para homogenizar el complejo relieve de la memoria. Ante dicha maquinaria, son muchos los intentos y diversas las trincheras de resistencia, una de aquellas es –y ha sido históricamente– la práctica artística.
Desde la identificación de un malestar hasta encontrarle una solución, La Farmacéutica Nacional transita una serie de ensayos clínicos en los espacios públicos de la capital santiaguina. A través de operaciones tan sencillas como simbólicas, se posiciona frente al aparataje del olvido para entorpecerlo. Desde la extensión de una pregunta hasta la auscultación de un monumento, el reconocido laboratorio médico enfoca sus fuerzas en alimentar colectivamente esa matriz grupal que almacena recuerdos –tanto individuales como colectivos– e ir hilándolos hasta construir un relato comunitario, hasta esbozar aunque sea mínimamente una receta magistral que no sólo alivie el malestar, sino también anestesie a la avasalladora fuerza del olvido.
Sirva la preparación en una taza y
bébalo en la noche, desde la cama.
Tómelo por dos o tres noches seguidas
Y su garganta agradecerá las consecuencias:
Es tarea del arte preservar la desaparición.4
1- “Pastillas de Amnesia” – Cachureos (1998)
2- “Ensayos para una historia de economía doméstica” – Poemario de Eva Castañeda
3- “Las obras y sus relatos III” – Sergio Rojas (2017)
4- María Nivia Vallejos Rojas, receta para la tos, sin año. Lyn Hejinian, “Mi vida en los noventa”, 2019.
Artista Visual. Licenciada en Artes con mención en Artes Plásticas de la Universidad de Chile. Coordinadora, co-fundadora y gestora de la Sala de Arte La Palmilla Oriente, entre los años 2016 – 2019, espacio/colectivo ubicado en la comuna de Conchalí dedicado a la educación, exhibición y difusión de arte. Directora y creadora del proyecto Lo doméstico Ediciones, a través del cual ha diseñado y publicado diversos catálogos, fanzines y libros de artista, entre los que destacan “Instrucciones para domesticar un lugar”, “A la mamá de mi papa” y “104: ventana – cordillera”.